“Vení a verme a la cárcel. Sé lo que le pasó a tu hermana y sé dónde está enterrada… Y traé a tus sobrinas también. Vénganme a ver a la cárcel y les cuento todo”.
Corría fines de 2016 cuando Claudio Bortot recibió la llamada telefónica desde la cárcel de Villa María. El muchacho y su familia llevaban largo tiempo peregrinando por tribunales y comisarías en busca de algún dato o prueba que permitiera dar con su hermana Mariela. La mujer había desaparecido en un lejano enero de 2014 cuando realizaba una caminata por las afueras de su pueblo, Inriville, al sudeste de la provincia de Córdoba. Y ahí estaba ahora un preso, con una grave causa pendiente por violaciones, ofreciendo “ayuda” desde la prisión.
Claudio aceptó, a medias. Fue a verlo al presidio, pero solo. Sus sobrinas se quedaron en casa.
Una vez frente a frente, Juan Ramón Rodríguez (hoy de 41 años) le contó que Mariela estaba enterrada y que sabía dónde. El recluso dijo que aquel día, mientras él trabajaba en el campo, vio que otro hombre “sujetaba” a Mariela desde atrás y la metía en un monte. Añadió que pensó que eran una pareja, pero, al enterarse del caso y de la búsqueda desesperada de los Bortot, terminó “atando cabos”.
A las pocas horas, el fiscal de la causa y un grupo de detectives judiciales, quienes venían trabajando sin resultados, lograron desenterrar los restos óseos en un monte ubicado entre las poblaciones de Inriville y Monte Buey.
Se ponía fin al enorme misterio de Mariela Viviana Bortot, de 40 años, madre de dos adolescentes.
“Juanchila” Rodríguez, un jornalero santafesino, fue enviado a juicio como el supuesto asesino.
El fiscal Oscar Aliaga cree que el peón sorprendió a Mariela cuando ella realizaba una caminata (él fumigaba un campo), que la habría violado en un maizal y, que, para no ser reconocido ni denunciado, la asfixió y trasladó al anochecer a un monte próximo, donde la enterró.
El jornalero insiste en que él no la violó ni mató, y en que se enteró de dónde estaba el cuerpo de manera accidental: según él, vio una mano semienterrada un día que hacía sus necesidades en ese predio y terminó atando cabos.
El fiscal no le creyó nada y lo terminó enviando a juicio.
Se basa en un par de pruebas: sus afirmaciones, el hecho de que también se lo contó a otros internos y el punto de que fue la última persona en haber sido vista cerca de Mariela, cuando ella aún estaba viva. En efecto, unos pobladores lo reconocieron en la zona aquella jornada. No es menor el rastreo del sistema GPS de seguimiento satelital que tenía la fumigadora y que lo ubica en lugares y horarios precisos. Y no es menor el hecho de que guió al lugar del hallazgo.
Sin embargo, no hay un ADN que lo incrimine.
Juzgado en Bell Ville
Rodríguez comenzará a ser juzgado este 2018 por la Cámara del Crimen de Bell Ville, que contará con jurados populares. Los cargos son: abuso sexual con acceso carnal y homicidio criminis causae (matar para lograr la impunidad). En caso de ser hallado culpable, la pena es una sola: prisión perpetua (35 años de cárcel, por lo menos).
El tribunal belvillense ya recibió los 16 cuerpos del expediente y abrió los pasos procesales previos al juicio (incorporación de prueba, por ejemplo). El fiscal de Cámara será Telmo López Lema.
La familia Bortot se siente conforme, aunque a medias.
Tanto Claudio Bortot como su representante legal, el abogado Horacio Baleani, insisten en que del crimen “participó otra persona más”. “Rodríguez no pudo haberlo hecho solo. Acá falta investigar más”, se cansa de repetir Claudio.
El abogado Baleani, en tanto, indicó que el otro sospechoso está identificado: apuntan al expolicía Jorge Orellano. Se trata de un hombre que estuvo imputado en los primeros tiempos de la causa, cuando Mariela estaba desaparecida, y que fue sobreseído.
Rodríguez, además de haber orientado a hallar el cuerpo, dijo que Orellano había sido el asesino de la mujer.
“Siempre dijimos que Rodríguez no actuó solo. No pudo haberlo hecho solo. Hay puntos, horarios, zonas que no terminan de encajar. Tener, tuvo que ver; pero seguro tuvo un cómplice”, afirmó el abogado Baleani.
“No fue él”
Los familiares de Rodríguez insisten en que es inocente, afirman que es “sólo un testigo más” y se preguntan para qué hubiera confesado todo si hubiera sido el homicida. “Si él fuera el verdadero asesino, no se hubiera puesto en evidencia ni tampoco hubiera dado las pistas para hallar el cuerpo de Mariela”, expresó su hermana Ramona.
Un hombre que puede recibir la pena máxima
Acusado. Juan Ramón Rodríguez (41), oriundo de Gálvez (Santa Fe), es el único acusado por el crimen de Mariela Bortot (40), en Inriville.
Violaciones. “Juanchila” o “Negro Juan”, como se lo conoce, además está con prisión preventiva, acusado de haber violado de forma reiterada y en distintas oportunidades a una joven cercana.