“Fue todo muy rápido, ya que ocurrió en una hora y media. Verbalmente eran muy violentos pero físicamente no me hicieron nada; y no podía hablar porque les molestaba”.
“Me tocó a mi pero fue algo al azar. Querían la camioneta. Me encontraba en la costanera cortando ramas, distraída y de pronto aparecen dos hombres con cañas de pescar y me miraron con una mirada desafiante. La camioneta se encontraba a 20 metros del lugar con las llaves colocadas. En un momento uno de ellos se tapó la cara y solo se le veían los ojos y su compañero con la cara descubierta, se me acerca y me apunta con una pistola y me dijo que era un asalto que no grite”
“Solo atiné a deciles porque hacían esto y ellos respondían que me calle y que suba al auto. Uno de ellos me apretó fuerte el brazo y me llevó hasta el asiento trasero del auto. Yo hacía todo lo que me decían”.
“Era a plena luz del día. Tomaron un camino de tierra, me cubrieron la boca y la cara como con una cinta, me ataron las manos a una pared para que no pudiera escapar, me dejaron en ese lugar y se fueron”.
“Me di cuenta que tenía el celular en el bolsillo trasero y despacio fui moviendo los dedos como podía y llamé por teléfono a mi hija y a la policía”.
“Yo estaba en una casa abandonada, ubicada a aproximadamente 15 km. de Cruz Alta sobre el camino que conduce a Villa Eloisa y salí corriendo hasta que finalmente me ubicaron”.